La tecnología por sí misma no produce el cambio que precisa la educación actual.
La realidad es que a pesar de que las TIC están presentes en las aulas apenas ha cambiado la práctica docente con lo que no ha mejorado sustancialmente el modelo de aprendizaje que se da en los centros educativos. El cambio educativo no está en los instrumentos, sino en la modificación de las relaciones entre docentes, alumnos, información y experiencia (Riel 2000). La enseñanza se sigue manejando en formas tradicionales alejadas de una realidad cada vez más cambiante.
Para este cambio deseado a partir de la introducción de las TIC en la escuela, encontramos tres obstáculos principales: la falta de creatividad, preparación e innovación en el profesorado, la deficiente capacidad técnica de las escuelas en cuanto a infraestructuras, conectividad, etc., y un sistema educativo que reclama ciertos estándares no adaptados a las posibilidades y a otra forma de aprender que posibilitan las TIC (Balankat 2006).
Estas deficiencias han llevado a un desfase en los centros educativos entre inversión en tecnología y aprovechamiento. Se ha dado lo primero, pero no se ha traducido en resultados acordes en innovación y mejora de práctica educativa.
El artículo analiza el proceso innovador que se está dando en el centro educativo Amara Berri que está siendo referencia para otros, principalmente en el País Vasco. No se trata de sólo de la utilización de nuevos instrumentos o herramientas, sino que está suponiendo un cambio de concepción en la enseñanza-aprendizaje.
Esta propuesta se concreta en actividades de aprendizaje que tienen en cuenta tres elementos: la importancia y claridad de la finalidad de cada actividad, el realismo, de manera que la escuela no quede como un espacio al margen de la realidad que se vive fuera de ella, y en tercer lugar el de la responsabilidad compartida. Estos elementos generan una forma diferente de concebir la práctica educativa y en ella las TIC sirven de apoyo importante.
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