lunes, 26 de julio de 2021

Dizdira eta Adarbakar

 
 

Sábado 24 de julio

Soy la tía abuela de Nerea, tía de sus papás y sus tíos, cuñada de su abuela. Pero más allá de los parentescos, soy tía abuela de Nerea por un profundo amor. 

Conocí a Nerea cuando era un pequeño niño llamado Andy. De cuerpo frágil, voz suave y ojos inquietos. Desde que nos conocimos hicimos clic: jugamos, conversamos, nos reímos. 

El 7 de abril de 2019 toda nuestra familia extensa recibió una carta escrita por Marce y Jokin. Me permito leerles un poquito de ella: 

Es sobre Andy, se siente niña. El lunes 1 de abril lo verbalizó conmigo diciéndome: “Yo a mis amigos les digo que soy chico para que no se rían de mí, pero yo, para mí, soy chica”, y al día siguiente con Jokin cuando le dijo “ojalá hubiera nacido niña”. Esta confesión ha desatado un terremoto interno en nuestras vidas, pero por sobre todo ha primado el amor como padres… Es un tema profundo, que está en su esencia, y respetamos y agradecemos a la vida por tenerle en nuestra vida (…).

La carta adjuntaba una nueva foto familiar donde Andy ya era una niña. No recuerdo si ese día o al siguiente, la llamé: ¡hola, preciosa!, le dije, y conversamos sobre lo difícil que es elegir la ropa que vas a ponerte. Nos reímos y nos quedamos enganchadas en un ir y venir de llamadas y mensajes. 

Durante estos dos años Marce y Jokin nos han mandado fotos y videos desde el País Vasco, donde ellos viven: hemos visto crecer a una niña pequeña de pelito corto con vinchas de colores hasta convertirse en la niña mucho más grande que aparece en la foto de su carné de identidad, con una hermosísima trenza francesa que corona su cabeza: Nerea Zurutuza Serrano. 

Yo quise acompañarla en este momento de su vida, en esta transición. Entendí que Andy iba a cambiar. ¿Qué cambiaba ahora exactamente? Seguía siendo el mismo ser humano de voz suave y ojos inquietos, pero ahora era además valiente, muy valiente. ¿Cómo hacerle sentir más allá de las palabras mi amor? ¿Cómo estar con ella en esa transición, que era difícil? ¿Cómo darle muchos abrazos estrechos y cálidos si vivimos en diferentes países? 

Surgió así la idea de un cuento, porque eso es lo que sé hacer. Una ficción fantástica sobre sus nueve años. Un cuento para ella y —ahora lo veo— para nuestra familia y todas las familias de menores trans. Un cuento para vivir la inclusión, el respeto, el amor por los seres humanos, más allá de los carteles binarios con los que hemos crecido.  

Compartí mi idea con Marce y Jokin. Los tres fuimos escribiendo Dizdira y Adarbakar. Jokin me contó los mitos de creación del País Vasco y yo recordé los mitos de nuestros pueblos. Escribimos en minga pequeños capítulos, desde su nacimiento hasta su presente. Me llené de la vida de Andy, entré en su pasado, en sus padres biológicos, en su cuarto, en sus juguetes preferidos, en sus comidas, en su escuela, en sus amigos, en sus tíos, en sus temores y sus certezas. Conocí profundamente a Andy y a sus padres por adopción: Marcela y Jokin. Y escribí desde ese conocimiento.

El 26 de septiembre de 2019 Nerea cumplió diez años y mi regalo para ella fue este cuento, que todavía no tenía diecinueve capítulos, porque no sabía cómo terminarlo. Pero justo alrededor de esa fecha, Marcela me contó que Andy decidió y pidió cambiar su nombre. Quería uno que la identificara, que la hiciera sentir nueva y completa. Quiso llamarse Nerea. Esa fue la pauta para imaginar que en el tercer planeta que visitarían Dizdira y Adarbakar tendría que suceder ese cambio. Nerea me había dado el final del cuento que ella quería. Dizdira, la estrella que brilla, se convirtió en Nerea, la que fluye. Lanzó su viejo nombre al mar y un delfín lo recibió en su frente.

Igual que trabajamos juntos en el cuento, compartimos la lectura, las reacciones de Nerea a la historia que escuchaba, cómo fue identificándose con el personaje, reconociéndose, apoderándose de la historia. Era su historia y era fantástica. Estaba rodeada de amor, estaba contenida, y eso le daba seguridad y alegría: podía hacer su transición sin esconderse, sin temer al desamor.

Jokin y Marcela siempre quisieron compartir este cuento con otros padres de menores trans. Publicarlo en España era un tema que aparecía en nuestras conversaciones. De pronto una mañana me llamaron y me mostraron el libro. Lo habían hecho y me emocioné mucho. ¿Por qué no publicarlo también en Ecuador para compartirlo con las familias, los amigos, los allegados de los menores trans? ¿Por qué no hablar públicamente de un tema que ha sido maltratado, cuando no escondido, para no molestar a una sociedad discriminadora, irrespetuosa, llena de temores atávicos sobre las diferencias? 

Nunca imaginé que un regalo de cumpleaños se convertiría en un libro, pero siento que cien ejemplares en España y trescientos en Ecuador, no son suficientes. Queremos hacer diecinueve capítulos para YouTube en videocuentos; queremos hacer una radionovela para transmitirla en radios amigas, queremos hacer más libros para que muchas mamás y papás los lean en las noches abrazados a sus hijas e hijos que nacieron con un cuerpo y un género con el que no se identifican y que están buscando expresar su verdadera identidad. Por todo esto que soñamos es que les proponemos hacer otra minga para pasar del sueño a la realidad.

Presentarlo aquí, en el CAC, cuando festejamos el Día de Integración LGBTIQ+, es un abrazo que nos da la vida. No podíamos pensar en un mejor lugar y en mejores seres humanos para escucharnos y acoger nuestro cuento.

 


sábado, 3 de julio de 2021

DESPUÉS DE DIOS

 

Diez apuntes teológicos más allá del teísmo


Nota: El texto reproduce básicamente mi intervención de apertura de la “consulta” celebrada por videoconferencia el 27 de junio de 2021, entre una cuarentena de personas hispanohablantes de América y Europa, sobre teísmo y no-teísmo en torno al libro Después de Dios. Otro modelo es posible (José Arregi, Carmen Magallón, Jacques Musset, Mary Judith Ress, José María Vigil, Santiago Villamayor) (Ed. Nuevo Tiempo Axial, 2021, disponible en formato digital, libre y gratuitamente a través de redesreto10.blogspot.com y otras redes).

Un saludo muy cordial a cada una y cada uno, en el continente y el hemisferio, el meridiano y el paralelo, el teísmo o el no-teísmo, la fe o la duda en que os halléis.

A más de uno, el título “Después de Dios” puede provocarle profunda desazón, o más que desazón. Pero reparemos en el subtítulo: “Otro modelo es posible”. El título se refiere, pues, al “modelo Dios”. No a Dios como Realidad fundante, sino a “Dios” como modelo interpretativo, como marco teórico de comprensión de la realidad. Los modelos no cambian como las modas, de un verano a otro. Son mucho más estables, pueden perdurar siglos, incluso milenios. El heliocentrismo, por ejemplo, desde mucho antes de Ptolomeo, duró milenios hasta Copérnico y Galileo. El mecanicismo de Newton duró algo más de dos siglos, hasta la relatividad de Einstein. Todo cambia cada vez más rápido.

Propongo 10 apuntes teológicos para la reflexión y el debate crítico en esta época de transición hacia a un modelo posteísta.

  1. El Dios modelo predominante de las religiones teístas es una entidad o un Ente sobrenatural, único o plural, representado casi siempre como un ser humano masculino, omnipotente y creador del mundo a menudo, o al menos dotado de poder para intervenir en el mundo desde dentro o desde fuera, en cualquier caso como sujeto autónomo, como alguien.
  2. Esa representación tiene fecha de nacimiento. Probablemente, fue concebida por la imaginación humana hace unos 7000 años en la vieja Sumeria (Irak), cuna de la civilización más antigua conocida. Allí encontramos las ruinas del templo más antiguo conocido en el mundo, del V milenio a.e.c. El templo era morada de “Dios”, con un clero a su cuidado y al frente de la religión.
  3. Esa idea de Dios y el sistema religioso teísta surgieron y se impusieron sin duda porque ofrecía alguna ventaja evolutiva para la sociedad.. Es la ley básica de la evolución en general y de la vida en particular. Ese modelo tiene los días contados.
  4. Pero la superación del teísmo no es solo cosa de ahora. La experiencia más profunda de lo Real ha movido a sabios, místicos y profetas de todas las tradiciones a superar el Dios modelo, toda imagen mental e institucional del Absoluto. Confucio y Laozi en China, Buda, Mahavira y los autores de las Upanishads en la India, Parménides, Pitágoras y Heráclito en Grecia… dejaron al “Dios” representado por el Absoluto irrepresentable: Cielo, Dao, Brahman o Shunyata. Siglos antes ya, Zoroastro en Persia cambió de Dios, abandonó la representación humana y adoptó el fuego sin forma fija, transformador de toda forma, como única imagen.
  5. Israel nos sitúa de lleno en el mundo semita, pero su monoteísmo y su escatología recibieron una profunda impronta persa, indoeuropea. Los grandes profetas de Israel enseñaron que el primer mandamiento de la Ley de Dios es: “No te harás ninguna imagen de Dios” (Ex 20,3). No podemos prescindir de imágenes y palabras, pero solo valen en la medida en que nos abren más allá, al Absoluto sin imagen y al Misterio sin palabra, en permanente transición. Solo quedan metáforas y relatos metafóricos. Jacob, en el vado o paso de Yabok, lucha con su imagen de Dios y la vence, y de ese lance sale herido, pero también bendecido (Gn 32,23-33). Moisés el transgresor, huyendo del poder faraónico, se adentra en el desierto, y allí, en una montaña “pagana”, conoce el Misterio sin nombre en la Zarza Ardiente, solo cuatro consonantes impronunciables (YHWH): “Yo soy quien soy” (y quien eres y el Ser en cuanto es) (Ex 3). Elías, también fugitivo del poder real y de sus profetas profesionales, pero él mismo poseído por la ideología del Dios único y omnipotente, ídolo supremo, debió aprender que tal “Dios” no existe, que el Absoluto no es ni viento impetuoso ni terremoto terrible ni fuego devorador, sino un ligero susurro apenas perceptible (1 R 19). Cada vez encontraron a Dios más allá de “Dios”.
  6. Los cristianos podemos y debemos ir también más allá de la imagen de Dios de Jesús. Jesús siguió sin duda siendo teísta, pero transgredió en muchos puntos, no en todos, la imagen convencional de Dios. De hecho, la tradición mística cristiana fue en ese punto más allá de Jesús. El Maestro Eckhart, por ejemplo, distinguió entre Divinidad y Dios: afirmó la Divinidad como Nada, o como Todo despojado de cualquier atributo, y negó la realidad del Dios con atributos. “Oh Dios, líbrame de Dios”, decía.
  7. Hoy, para muchas, cada vez más, cristianas y cristianos profundamente comprometidos y sinceros, no solo es lícito, sino también imperioso, dejar atrás toda imagen teísta de Dios o del Absoluto, yendo en eso más allá de Jesús. No creemos lo que queremos, sino lo que podemos (J.M. Mardones), dentro de lo “creíble disponible” de nuestra época (P. Ricoeur). Hoy resulta difícilmente creíble la existencia de un Ente anterior al mundo, subsistente sin éste y causa primera creadora del mismo. Más allá de todo dualismo entre mundo físico y metafísico y entre materia-espíritu, más allá del esquema temporal antes/después, más allá de toda oposición entre transcendencia-inmanencia, el mundo está animado por un dinamismo creativo que lo hace autocreador. Esa creatividad incesante y eterna es Dios o lo divino, corazón del mundo autocreador.
  8. ¿Qué queda, pues, después de “Dios”? Después de “Dios”, queda Dios”. O, si se prefiere no utilizar este término tan equívoco –aunque todos los términos de todos los diccionarios lo son–, se puede decir: “Después de ‘Dios’, queda lo Real”, del que formamos parte. Lo Real son formas, pero no solo formas, sino también Fondo Infinito que se abre en cada forma de lo infinitamente grande y de lo infinitamente pequeño. Lo Real es belleza que nos atrae y conmueve. Lo Real es Aliento vital que todo lo mueve y une y crea, en creatividad infinita de posibilidades inagotables. Lo Real es autoconciencia del yo, alteridad del tú, comunión del nosotros. Lo Real es digno de fe, de confianza sin fin a pesar de todo. Después de “Dios”, queda lo Real, con el Misterio fontal dinámico que late en su Fondo.
  9. Lo Real primero y último, el Absoluto fontal, no es un Ello impersonal, pero tampoco es un Yo frente a un tú, ni un Tú frente a un yo, que serían dos. Es más bien el Yo Absoluto que no tiene límite ni limita con nada. Es el Tú Absoluto que no conlleva separación ni separa nada. Lo Real absoluto, del que formamos parte, es Transpersonal, es decir, infinitamente más que “personal” en el sentido en que se entiende este término (centro autoconsciente individual distinto de otro centro autoconsciente individual). Lo Real absoluto es más que personal, de modo que en nuestra relación con El/Ella/Ello no se da ni fusión en uno ni separación en dos.
  10. Esa Realidad fontal creadora ¿podemos todavía llamarla Dios? Decídalo cada una, cada uno. Yo, en esta época de transición, no renuncio a llamarla también Dios, sin fijarla en ninguna imagen. Lo esencial no es cómo creemos en ella, sino cómo la creamos. Lo esencial no es cómo la llamamos, sino cómo la encarnamos, cómo a cada paso y en cada respiración respiramos y nos dejamos inspirar por el Aliento vital, el Alma o el Corazón del mundo –son formas de hablar–, y nos encendemos en la llama de amor que no se consume. Lo esencial es que esta creación que gime en dolores de parto vaya alcanzando su posibilidad más real, su liberación más plena en la compasión con el herido de cerca y de lejos. Lo esencial es que la bondad creativa sea lo más real y que Dios más allá de “Dios” vaya siendo todo en todas las cosas (1 Co 15,28) en este pequeño planeta y en todo el universo o multiverso.

Aizarna, 29 de junio de 2021

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